PULSO
Eduardo Meraz
En los días recientes, el territorio nacional ha sido epicentro en distintos lugares de movimientos telúricos, así como de asesinatos de políticos y líderes sociales, como consecuencia de fisuras geológicas y en las asociaciones entre autoridades y grupos delincuenciales.
La frecuencia de ambos fenómenos, sumadas a la desatención del gobierno por resolver el problema hídrico, se traduce en cuarteaduras, poniendo en riesgo la tranquilidad de los mexicanos, aunque para el habitante temporal de Palacio Nacional todo está requetebién.
Prácticamente a diario se tiene conocimiento de sismos y microsismos, atribuidos a fallas en el subsuelo de diversas regiones del país; inclusive ahora, se presentan movimientos en regiones donde con anterioridad difícilmente se presentaban este tipo de reacomodos subterráneos.
Y algo parecido se presenta en el ámbito de la seguridad, pues la violencia lejos de disminuir manifiesta un tendencia ascendente, la cual se puede agudizar conforme se aproxime la fecha de la jornada electoral para renovar la Presidencia de la República, el Congreso Federal y nueve gubernaturas, entre alrededor de 20 mil cargos de elección popular.
No hay peor ciego que el que no quiere ver -con o sin tutupiche. Desde la semana pasada, cada 24 horas nos enteramos de asesinatos de políticos o de sus familiares y de dirigentes sociales, así como de amagos a periodistas, como muestra clara del clima de violencia en México.
Pero para el mandatario palaciego, no hay nada que temer, pues como dice el tango: “todo está en calma/ el músculo duerme/ la ambición descansa”, a pesar de las advertencias de organizaciones civiles e incluso de entidades financieras del riesgo proveniente de la intervención del crimen organizado en las próximas elecciones.
Según el ejecutivo sin nombre y sin palabra el país está en paz, hay tranquilidad, hay gobernabilidad. Bien a bien uno no sabe si el problema ocular del presidente le ha agudizado el desdén, llegando al descaro de desconocer la presencia y control de los grupos delincuenciales en alrededor de la mitad del territorio nacional.
Desde su disminuida visión, el proceso electivo no corre peligro, por el hecho de que los grupos políticos y líderes se pueden expresar sin problemas, debido a que en su administración no existe la censura ni la represión.
“No vemos nosotros el que se desate la violencia política, electoral… ya no está Calderón ni García Luna, ya, qué más puedo decir. O sea, antes había una asociación delictuosa, llegó a existir lamentablemente un narcoestado, eso ya no existe en el país, no existe esa asociación”.
En realidad, la argumentación presidencial está enfocada a aminorar los daños a la estructura cuatroteísta por la etiqueta -hashtag-, con más de 220 millones de vistas, en el cual se le vincula con narcotraficantes.
Sin embargo, las condiciones de polarización, propiciadas en gran medida por el mandatario, difícilmente contribuirán a disminuir temblores y asesinatos políticos en las siguientes semanas y que afectan hasta a sus propios correligionarios.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
De acuerdo con algunos especialistas, durante la presente administración, se han inyectado a Pemex aproximadamente 1.5 billones de pesos para rescatarlo, dos veces el monto del Fobaproa, sin por ello mejorar sus finanzas. Así, el “Petroproba”, que habremos de pagar los mexicanos.
@Edumermo